El modelo de gestión textil que llevamos las empresas de inserción ya funciona. Apóyenlo, amplíenlo, no lo desmonten
Eran, sin duda, otros tiempos y los armarios de la mayoría de la población no sufrían en sus baldas las cargas que ahora contemplamos con la llegada de la moda rápida.
La ropa que adquiríamos debía durar lo más posible, ese era el principio fundamental de las compras en el siglo pasado, y cuando ya no se usaba, si estaban en buen estado se pasaba a alguna persona de la familia o se daba a Cáritas.

Los roperos de la entidad social de la Iglesia Católica eran conocidos por las familias que no tenían las mismas posibilidades económicas. Dejar la bolsa en los salones de Cáritas era un gesto de generosidad y posteriormente también nos fuimos dando cuenta que con él cuidábamos el planeta.
Gente avispada, comprometida, reflexionando sobre la igualdad y la justicia lanzó una propuesta: ¿Podemos convertir ese gesto de donar en algo más significativo? ¿Es posible plantear que la recogida de esa ropa en buen estado tenga una segunda vida más organizada?
Esa locura que suponía un cambio sustancial más allá que ayudar la gente pobre, dio paso a la realidad actual: miles de contenedores situados en la vía pública tras firmar acuerdos con la administración, camiones y equipos de recogida en pueblos y ciudades de España, plantas de selección, clasificación, tratamiento para la venta de segunda mano, tiendas en las zonas comerciales de referencia, proyectos de investigación para dar salida al residuo ultimo.

Pero ese gesto generoso acompañado por el creativo y necesario proceso de industrialización se hacía fundamentalmente para cubrir también una demanda social: el empleo para las personas más vulnerables. Ésas que iban a las Cáritas a buscar ropa y /o comida, podrían mejorar sus condiciones de vida con un empleo estable que les permitiera, con su salario, acceder a esas necesidades en igualdad de condiciones. De esa manera la caridad se convertía en justicia.
Es importante recordar la historia, ahora que nos enfrentamos a un cambio normativo fundamental con la entrada en vigor de la ley de residuos y suelos contaminantes, porque lo que se ha hecho hasta aquí por la recogida de ropa se segunda mano tiene una marca propia inconfundible y se llaman: empresas de inserción.

Y la Red Social Koopera en todos estos años ha hecho una apuesta significativa, tanto desde el punto de vista tecnológico, como de inversión en contenedores, plantas y tiendas de segunda mano para conseguir ser eficaces y cumplir sus dos objetivos: crear empleo haciendo de la ropa un recurso para ello.
Nieves Ramos



